"BARNABITAS ESPAÑA"


CARTA UNDECIMA

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(20 de junio de 1539)

 

Advertencia:

Una carta llena de ternura a los conyuges Bernardo Omodei y Laura Rossi; laicos comprometidos, miembros del grupo de los “Maritados de San Pablo”.

FlorEs el tercer Colegio Zaccariano, hoy llamado: “Laicos de San Pablo”.

Es un “auténtico –aunque breve- tratado de vida espiritual para las personas que todavía viven en el mundo” como decía el Barnabita Card. Graniello.

Una carta-testamento, escrita quince días antes de su muerte. Vibra un alma ardiente, incapaz del más mínimo compromiso con la mediocridad.

Los que se entregan a Cristo no deben caer en la tibieza “esta pestífera y peor enemiga de Cristo” (c. V).

  • La santidad es vocación de todos. 

  • “Quiero y deseo –y los dos sois capaces- que lleguéis a ser grandes santos”.

  • Método: la gradualidad. No se alcanza la perfección en un día, sino “por grados”.

  • Modelo: Cristo Crucificado por doquier.

Cuando la carta llega a los destinatarios, uno de sus hijos había ya ingresado en la Congregación, en la Comunidad de San Bernabé (Milán 29-6-1539). Tenía 16 años. Será el séptimo Superior General de la Congregación, sucediendo en el cargo a San Alejandro Sauli (1534-92).

 

 

                Destinatario:

 

                Al muy digno don Bernardo Omodei y a su señora Laura (Rossi), mis respetables hermanos en Cristo.

JC. XC. +

 

            Querido hermano, o como te gusta que te llame, hijo, te saludo con todo mi ser en Cristo.

 

            Habiendo recibido tu carta, te contesto, o mas bien, me dispongo lo antes posible a hablar conjuntamente contigo y con la señora Laura; deseo que, entregándoos a Cristo, no caigáis en la tibieza, sino que progreséis continuamente; porque si os dejáis adueñar por ella no llegaréis a ser espirituales, sino que pronto os convertiréis en carnales, y usando la palabra apropiada llegaréis a ser antes fariseos que cristianos espirituales.

 

            El tibio o el fariseo se comporta así: al convertirse evita los pecados graves, pero se deleita con los leves, es decir no tiene remordimiento de conciencia de estos,  por ejemplo:

 

a) deja la blasfemia, el insulto, pero no tiene escrúpulo si se enfada un poco, o si quiere mantener su opinión sin cedérsela al compañero.

 

b) Evita hablar mal de los demás, pero no considera pecado grave si todo el día, o a menudo, pierde el tiempo en charlatanerías ociosas e inútiles.

 

c) No come mucho ni bebe hasta emborracharse, pero se deleita con cualquier manjar que le guste.

 

d) Se abstiene de los vicios de la carne pero le agradan las conversaciones frívolas o cosas parecidas.

 

e) Le gusta estar orando dos horas, pero el resto del día tiene por compañera la distracción.

 

f) No busca los honores, pero si se los dan o es alabado le agrada. Todos los ejemplos que os he mencionado, aplicadlos también en otros los casos.

 

            Lo importante es que saquéis esta conclusión: que el fariseo, o mejor dicho el tibio, quita de si lo mas grave, pero se queda con lo leve; rehuye todo lo que es ilícito, pero se permite todo lo lícito; se abstiene de los actos sensuales, pero le agrada deleitarse con la vista; quiere hacer el bien, pero no del todo; trata de controlarse en parte, pero no quiere controlarse en todo; y no de vez en cuando y por poco tiempo, sino muchas veces y habitualmente.

 

            Pero aquel que quiere llegar a ser espiritual hace todo lo contrario, porque comienza a eliminar de si, un día una cosa, otro día otra y así persevera hasta que haya arrancado todo el pellejo y corteza de la carne, por ejemplo:

 

- suprime las palabrotas dañinas, después las inútiles, y ya no habla sino de cosas provechosas;

 

- suprime las palabras y comportamientos irritantes y usa palabras y comportamientos sosegados y humildes;

 

- rehuye los honores, y cuando los recibe, no sólo no se complace en ellos, sino que abraza  los vituperios y humillaciones y goza con ellos;

 

- no sólo se abstiene del acto matrimonial, sino que también se priva de los deleites de los sentidos para acrecentar la belleza de la castidad;

 

- no sólo se dedica a la oración una o dos horas, sino que eleva a menudo su mente a Cristo. Esto que os he dicho aplicarlo a otras cosas semejantes.

 

            Queridos señora Laura y Señor Bernardo, recibid estas palabras y meditadlas con el cariño con que las digo. Porque no os pido que hagáis todo esto en un día, sino que quisiera, que estéis atentos para hacer cada día algo más, eliminando alguna tendencia sensual, aunque fuese lícita, y esto por el deseo de crecer en la virtud, disminuir las imperfecciones y huir del peligro de caer en la tibieza.

           

            No penséis que el cariño que os tengo, ni que vuestras buenas cualidades, me hagan desear que seáis pequeños santos. Quisiera y deseo que lleguéis a ser grandes santos, vosotros si queréis sois capaces, con tal que  desarrolléis y devolváis al Crucifijo aquellas cualidades y talentos que de él habéis recibido.

 

            Yo, por el afecto y la ternura que os tengo, os ruego que me complazcáis en esto. Porque conozco la cumbre de la perfección y la abundancia de la gracia y comprendo los frutos que el Crucifijo realizará en vosotros y a la meta a la cual os conducirá.

 

            Queridos Laura y Bernardo, no os fijéis que mi persona sea quien os lo dice, sino fijáos con el cariño que os lo digo; mirad como anhelo el deseo de vuestra perfección, mirad mi corazón, que os muestro abierto. Yo estoy dispuesto a derramar mi sangre por vosotros con tal que hagáis esto.

 

            Sabed que me dolería hasta el alma, si no estuviera seguro que no sólo haríais esto, sino otra cosa más grande que hubiera sido hecha por cualquier santo o santa.

 

            Pero, ya que sé que queréis ser fieles al Crucifijo, os he escrito (esta carta) no con la pluma sino con el corazón, rogándoos que la toméis en consideración y la leáis a menudo, si queréis cada semana. Os aseguro, que si la meditáis bien, sin otro libro, os servirá de libro, y si la ponéis en práctica, junto con el libro de la dulce memoria de la cruz de Cristo os conducirá a una gran perfección.

 

            No os he escrito palabra alguna que en sí no tenga sentido. Si lo encontráis pienso que será de gran utilidad y provecho.

 

            Y ya que no puedo escribiros tan a menudo como desearía, me agradaría que no la perdierais, pues espero en Cristo que cada vez que la leáis os parezca nueva y partiendo de esta podáis escribir otra nueva por vuestra cuenta.

 

            Amable señora Laura, discúlpame si no puedo complacerte como yo quisiera por mi cansancio físico. Te recomiendo tu perfección y la del señor Bernardo. Así también a ti señor Bernardo la tuya y la suya.

 

            Estoy en deuda con los dos, y deseo que esta deuda no sea satisfecha nunca por mi parte.

 

            Encomendadme a las oraciones de vuestros hijos e hijas.

 

            Cristo os bendiga.

 

            Guastalla, 20 de junio de 1539.

 

            Vuestro hermano en Cristo, y parte de ti mismo.

 

 

                                                               ANTONIO MARIA, 

                                                                      Sacerdote 



























                   
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